José De Diego fue un destacado poeta, político y activista puertorriqueño, conocido por su papel en la lucha por la independencia de Puerto Rico y su contribución a la literatura hispanoamericana. Nació en la ciudad de Aguadilla el 16 de abril de 1866, en el seno de una familia de ascendencia española. Desde joven, De Diego mostró una inclinación por la literatura y el arte, lo que lo llevó a estudiar en el Instituto de San Juan y luego en la Universidad de Puerto Rico.
De Diego se trasladó a Madrid en 1884 para continuar su formación académica. Allí, se relacionó con otros escritores y políticos que tenían una profunda influencia en su pensamiento. Su experiencia en España le permitió entender mejor los movimientos políticos y sociales que se estaban gestando en América Latina, lo que le inspiró a involucrarse activamente en la política de su país natal.
Regresó a Puerto Rico en 1888 y rápidamente se convirtió en una figura prominente en la sociedad puertorriqueña. Su pasión por la independencia de la isla lo llevó a unirse al Partido Autonomista, donde abogó por mayores derechos y autonomía para los puertorriqueños bajo el dominio español. En 1897, De Diego fue elegido como representante de Puerto Rico en las Cortes de España, donde luchó por la autonomía de la isla y se convirtió en un defensor de los derechos de sus compatriotas.
El 12 de noviembre de 1897, se aprobó el Proyecto de Autonomía para Puerto Rico, un logro significativo en el que De Diego tuvo un papel crucial. Sin embargo, la llegada de la guerra hispanoamericana en 1898 alteró drásticamente el panorama político de la isla. Después de la derrota de España, Puerto Rico pasó a ser un territorio de los Estados Unidos, lo que frustró los esfuerzos de De Diego y sus compatriotas por alcanzar la independencia.
A pesar de los cambios políticos, José De Diego no se desanimó. Continuó su carrera en la política y fue una figura influyente en el movimiento independentista puertorriqueño. En 1900, fue miembro de la Asamblea Constituyente y también se desempeñó como Vicepresidente del Senado de Puerto Rico, donde se dedicó a abogar por los derechos civiles y políticos de los puertorriqueños.
Además de su labor política, De Diego fue un consumado poeta y dramaturgo. Su obra poética reflejó su amor por Puerto Rico y su deseo de libertad y justicia. Entre sus obras más destacadas se encuentran “El espíritu de Puerto Rico” y “A la patria”, en las que evocaba la identidad puertorriqueña y la lucha por la soberanía. Su estilo, caracterizado por la musicalidad y el uso de metáforas, lo colocó como una de las figuras más importantes de la poesía en español. También escribió ensayos y artículos que abordaban temas de la política y la cultura puertorriqueña, contribuyendo a su legado como intelectual y defensor de los derechos de su país.
Con el paso de los años, De Diego se convirtió en un símbolo de la resistencia puertorriqueña. Su vida y obra han sido objeto de estudio y análisis como parte del movimiento literario y político que ha caracterizado a Puerto Rico en el siglo XX. Su legado vive en las generaciones que lo siguen, inspirando a nuevos líderes y artistas a luchar por la identidad y la justicia en la isla.
Al final de sus días, José De Diego continuó escribiendo y luchando por sus ideales. Su salud se vio afectada por problemas cardiovasculares, y falleció el 17 de diciembre de 1918 en San Juan, Puerto Rico. Su funeral fue una manifestación del respeto y la admiración que el pueblo puertorriqueño sentía por él, destacando su importancia como figura clave en la historia de la isla.
Hoy en día, José De Diego es recordado no solo por su poesía y su activismo político, sino también por su visión de un Puerto Rico libre y soberano. Su vida es un testimonio del poder de la palabra y la resistencia en la búsqueda de la justicia y la identidad cultural.