María Martínez Sierra fue una destacada escritora, traductora y dramaturga española nacida en Madrid el 3 de enero de 1885. Hija de un padre empresario y de una madre educadora, su entorno familiar propició su temprano interés por la literatura y las artes. A lo largo de su vida, Martínez Sierra se convirtió en una figura influyente en el mundo literario español, no solo por su prolífica producción literaria, sino también por su papel en la promoción y el reconocimiento de otros autores.
Desde muy joven, Martínez Sierra mostró aptitudes para la escritura, publicando su primer cuento a los diecisiete años. Sin embargo, su carrera literaria despegó realmente en la década de 1910, cuando comenzó a colaborar con diversas revistas y periódicos, lo que le permitió alcanzar notoriedad. Sus obras abarcaban géneros variados, desde la poesía hasta el teatro, pasando por la narrativa y el ensayo.
Uno de los aspectos más notables de su carrera fue su colaboración con su esposo, el dramaturgo José Martínez Ruiz, conocido como Azorín. Juntos, formaron una pareja literaria y creativa, participando en la creación de diversas obras teatrales que fusionaban su estilo personal con el talento de Azorín. Esta colaboración no solo enriqueció su propia producción, sino que también contribuyó al auge del teatro español en la primera mitad del siglo XX.
Martínez Sierra fue una escritora comprometida con su tiempo. A través de su obra, abordó temas sociales y políticos que reflejaban la realidad de la sociedad española de su época. Su enfoque en cuestiones de género y la lucha por los derechos de las mujeres la convirtieron en una voz pionera del feminismo literario en España. En su obra se pueden observar elementos que cuestionan los roles tradicionales de género y abogan por la igualdad, un tema que fue especialmente relevante durante la Segunda República.
En el ámbito del teatro, su obra más conocida es La mujer que no fue, una pieza que explora las complejidades de la identidad femenina y la búsqueda de la autonomía personal. Esta obra, junto con muchas otras, fue un reflejo de las tensiones sociales de su tiempo y demostró su capacidad para conectar con el público a través de personajes profundos y auténticos.
Además de su labor como escritora, Martínez Sierra se destacó como traductora, trayendo al español obras de autores extranjeros y permitiendo que la literatura mundial fuera accesible a los lectores hispanohablantes. Su trabajo como traductora fue especialmente valorado, y contribuyó a enriquecer la cultura literaria en España.
Con la llegada de la guerra civil española, la vida de Martínez Sierra sufrió cambios drásticos. Como muchos intelectuales de su época, se vio forzada al exilio, primero a Francia y luego a otros países europeos. Durante este período, continuó escribiendo y publicando, aunque sus obras comenzaron a ser menos conocidas en su patria debido a la situación política. A pesar de los obstáculos, mantuvo su compromiso con la literatura y siguió explorando temas de identidad, exilio y pérdida en su trabajo.
En su retorno a España en 1940, tras el final de la guerra, Martínez Sierra logró retomar su carrera literaria, aunque enfrentó un panorama literario diferente. A lo largo de los años, su obra fue reconocida y se le otorgaron varios premios, consolidando su lugar en la historia literaria española.
María Martínez Sierra falleció el 5 de febrero de 1970 en Ginebra, Suiza, dejando un legado literario que sigue siendo objeto de estudio y admiración. Su vida y su obra continúan inspirando a nuevas generaciones de escritores, así como a aquellos que luchan por la igualdad y los derechos de las mujeres en la sociedad contemporánea. A través de sus escritos, se mantiene viva la voz de una mujer que desafió las normas establecidas y dejó una huella imborrable en la literatura española.