Atrévete arriésgate
Nunca mezcles los negocios con el placer. Nunca metas la política en el dormitorio. En cierto modo, yo había hecho ambas cosas al aceptar a Jackson Rutledge como amante. No puedo decir que no estuviera advertida. Dos años después, Jax había regresado. Se había entrometido en un trato que me había costado mucho cerrar. Pero desde su marcha yo había aprendido una o dos cosas bajo la tutela de Lei Yeung, una de las empresarias más sagaces de Nueva York. Ya no era la chica ingenua que había conocido Jax. Él, en cambio, seguía siendo el mismo. A diferencia de la última vez, yo sabía...